Sucre de cara al futuro

Nuestro territorio departamental, y en especial la ciudad capital, guarda relaciones comerciales desde mediados del siglo XX con las costas del golfo de Morrosquillo, el canal del dique y Magangué, una clara búsqueda de puntos portuarios, así como de enclaves por los cuales mover el ganado, cuya importancia se reflejó durante algún tiempo que incluso le permitió el reconcomiendo como “capital cebuista de Colombia”, así como a la palma de la cual se destilaba la bebida embriagadora que le daba vida a las fiestas en corraleja, al jolgorio y la parranda. La palma se trasladó al Valle del Cauca y el ganado no representa mayor aporte al PIB departamental, aun cuando alimenta el deseo, el recuerdo y las vivencias, sin embargo, hoy las realidades distan de que regrese a ser el sector representativo de nuestros territorios.

En un periodo inferior a los 30 años (1985-2012), Sincelejo vio crecer su población en un 90% una tasa muy superior a la media del caribe colombiano, producto del desplazamiento forzado, la violencia y la búsqueda de nuevas oportunidades, sin embargo, esta población llego a engrosar las franjas de invasión en los conocidos barrios informales de la ciudad, ante la incapacidad de los gobiernos de turno para resolver y apostarle a un modelo planificado de desarrollo.

El auge de Sincelejo, también llevo al crecimiento de las poblaciones mas cercanas a ella, Corozal, Sampués Tolú y Toluviejo, que se encuentran en una radio de 40km, sienten la influencia y las tensiones urbanas propias de la dinámica comercial y la dependencia de servicios desde la ciudad capital, esto se ve reflejado en ese 50% de población del departamento que se concentra en estos municipios.

El rápido crecimiento de la población en los principales municipios debido no al éxito de estos en el desarrollo de atractivo para la consecución de fuentes de empleo, se refleja en los indicadores de pobreza, vulnerabilidad, analfabetismo, en el desempeño educativo, bajo acceso a la profesionalidad, en el desarrollo de actividades I+D, industrialización y tecnificación de procesos, que nos podrían permitir generar valor agregado para competir en los mercados globales.

En lugar de estar generando valor y estar inmersos en una economía cada vez más global, nuestra realidad es la informalidad en el ámbito comercial con la venta de productos en las calles, en el sector de la construcción al contratar personal no capacitado al cual no le brinda las garantías de ley, y principalmente en el sector transporte, donde operan una gran cantidad de motos, taxis, buses, chalupas y moto-canoas “piratas”, que han terminado absorbiendo prácticamente en su totalidad el desplazamiento no solo urbano, incluso de manera intermunicipal.

Nuestros territorios son el claro reflejo de la falta de planificación, los procesos que ha adelantado la gobernación del departamento en administraciones pasadas, siguen reposando en los anaqueles de la institución, los planes de ordenamiento parecen brillar por su ausencia, y el desarrollo sigue esquivo pues solo se busca enlistando obras, y estableciendo metas cortoplacistas para lograr inaugurar y por supuesto tomar fotos de los gobernantes cortando las cintas de lo que nos venden como progreso.

Esta falta de planificación se materializa en la complejidad urbana, que termina perturbando las actividades diarias de nuestros conciudadanos, en el caso de la capital urge una reestructuración de su malla urbana, así como la implementación de un verdadero sistema de transporte con énfasis metropolitano, que le permita no solo a la capital, sino a estos municipios con los que guarda relación diaria desarrollar nuevas centralidades económicas, organizar el transporte y con ello el caos urbano reinante.

Igualmente deben buscarse estrategias para el desarrollo de una verdadera Terminal de Pasajeros, tema que se quedo en noticias de prensa, fotos y buenas intenciones, pero que en nada ha avanzado, para ello debe entablarse diálogos con las principales empresas de transporte que tienen sede en la ciudad, principales aliados en la conformación de una empresa mixta que pueda dirigir y operar la nueva Terminal.

Estas dos apuestas territoriales pueden realmente dinamizar la economía de los principales municipios del departamento, al tiempo de generar empleo en estos tiempos en que se habla de reactivación económica, pues aportarían a la formalización laboral, las obras de infraestructura a la compra y venta de productos e insumos de construcción y por supuesto generando el desarrollo de actividades económicas conexas.

Una simple alianza territorial puede ayudarnos al establecimiento de estrategias y políticas compartidas.  El futuro se debe empezar a construir hoy, tenemos dos programas ingenieril enfocados al agro en la Universidad de Sucre, la vocación en los territorios de la Mojana y los Montes de María; la capacidad en las sabanas para la implementación de zonas francas y empresas agro tecnológicas por ejemplo el corredor de la Troncal 25 siguiendo lo planteado por Findeter en los estudios de Diamante Caribe y además contamos con la puerta al comercio interno a escasos 70km en Magangué por el Río Grande de la Magdalena y al comercio internacional a 43km en el Golfo de Morrosquillo.

Partiendo de la realidad territorial de nuestros municipios podemos establecer que la informalidad, las urbanizaciones piratas y las viviendas de interés social, en el que la falta de infraestructura es notoria, pues no solo el tema es de redes de servicios, sino también de infraestructura de abastecimiento y captación de agua, tema que ha restringido el desarrollo urbano y la llegada de empresas industriales por no garantizarse la prestación del servicio de agua de manera eficiente.

Para resolver esta problemática se han planteado soluciones como el llamado acueducto regional, trayendo el agua desde el rio magdalena o desde el san Jorge, incluso han salido propuestas como la desalinización del agua de mar para dotar desde el mar a gran parte del departamento, sin embargo estas propuestas no avanzan y seguimos dependiendo del acuífero de Morroa, con las limitaciones y afectaciones a su capacidad de recarga, por ello es urgente que se adelanten los estudios, en ello muy seguramente las universidad de Sucre podría liderar el proceso.

La baja densidad urbana, se refleja en un territorio extendido, que va absorbiendo y deteriorando el medio ambiente circundante, en el que se ha robado espacio a los causes naturales de los arroyos, talado arboles de zonas que en antaño servían de protección, hoy vemos como hay barrios que ante las primeras lluvias se inundan al desbordarse como en Corozal el Arroyo Grande.

Por ello de una de las actuaciones urbanas mas importantes que se debe adelantar es la adecuada formulación de un proyecto, que se convierta en pieza emblemática del territorio mediante un gran corredor ambiental por los arroyos Colomuto, Caima y Grande (27.3km), logrando la restauración ecológica del cauce de agua, al tiempo de permitir nuevos modos de conectividad urbana, logrando con esto apropiación y atractivo de ciudad, vinculando a los dos principales municipios del departamento.

Sin embargo, hay un tema que agobia aún más, pues cuando hablamos de que hacer con Sucre no podemos solo quedarnos en pensar en infraestructura, en parques o en soluciones novedosas que resuelvan temas puntuales del quehacer urbano, el principal problema es el hambre, producto de la pobreza en la que se vive no solo en las ciudades, con un territorio rural en su máxima extensión debemos empezar a hablar del “derecho a la ruralidad”.

Entendiendo que el ser rural o el ser campesino no debe ser sinónimo de pobreza, para ello lo primero es pasar a la formalización de esta milenaria actividad económica, transformar esa visión de escasez con el establecimiento de programas técnicos y tecnológicos enfocados a la agricultura, la tecnificación y aplicación de tecnología en los procesos, como en el anterior articulo exprese para lograr consolidar el proyecto Sucre-AgroTec, dentro de esta apuesta hay que resaltar que la actual administración departamental en asocio con Findeter le han dado paso a la estructuración del proyecto Planta de Arroz en la Mojana.

Nuevos emprendimientos van dejando claro que la agroindustria con valor agregado son una realidad en Sucre, cervezas artesanales como las fabricadas por Op Beer Company; vinos de corozo, níspero, toronja y torombolo producidos por Vinos Fruta de la Sabana; así como de jabones, cremas entre otros “nuevos productos” a base de arroz, maíz, yuca que producen nuestros campesinos en el departamento, empiezan a vislumbrar oportunidades, diferenciación y nuevos mercados, más allá de la demanda local, sin embargo, se hace necesario un mayor fomento y acompañamiento para que logren generar empleabilidad, cierres financieros y aparezcan muchos mas emprendimientos; la apuesta por Sucre es amplia y debe ir de la mano con la transformación de los marcos mentales y la concepción territorial.

Anterior
Anterior

Sincelejo: Un potencial turístico con enfoque metropolitano.

Siguiente
Siguiente

Resiliencia Climatica Urbana