Violencia en Sincelejo: inseguridad persistente y debilitamiento institucional
El asesinato de dos comerciantes en el centro comercial Gran Centro El Parque, en pleno corazón de Sincelejo, evidencia la fragilidad de la seguridad en la ciudad.
El hecho ocurrió en una zona emblemática, justo frente al parque Santander y la catedral San Francisco de Asís, un área que debería representar vida urbana y dinamismo comercial, pero que hoy refleja el avance de la criminalidad.
Aunque las cifras oficiales muestran una reducción en los homicidios, el microtráfico y la extorsión siguen fuera de control.
La disputa entre bandas criminales, que hasta hace pocos meses ubicó a Sincelejo entre las ciudades más violentas del mundo, sigue activa, y su impacto no ha sido completamente entendido por las autoridades.
Sin una lectura clara de esta guerra urbana, las estrategias de seguridad seguirán siendo ineficaces y la ciudad permanecerá atrapada en el miedo.
El microtráfico es más que una actividad delictiva: es una estructura de poder que impone reglas y somete comunidades.
Las bandas que controlan el negocio no solo se disputan la venta de drogas, sino que ejercen violencia selectiva, reclutan jóvenes, extorsionan y hasta asesinan comerciantes.
Su influencia es más fuerte que la del propio Estado en muchas zonas. A pesar de ello, no existe un mapeo detallado de las dinámicas criminales.
Se desconoce con precisión cuáles son las áreas más afectadas, cómo operan las redes de tráfico y quiénes son sus principales actores. Sin esta información, cualquier estrategia de seguridad será reactiva y poco efectiva.
Las medidas implementadas han estado marcadas por operativos esporádicos y un aumento de pie de fuerza que, si bien genera capturas, no desmantela las estructuras criminales.
Sin inteligencia y análisis territorial, la lucha contra la delincuencia se seguirá librando a ciegas. El hecho de que asesinatos como el de los comerciantes ocurran en pleno centro histórico demuestra que la violencia no está confinada a los barrios periféricos, sino que se ha extendido hasta las zonas más visibles de la ciudad.
Si los grupos ilegales pueden actuar con impunidad en el corazón de Sincelejo, es claro que las estrategias actuales no están funcionando.
A esta crisis de seguridad se suma el debilitamiento administrativo derivado del mal manejo de las finanzas públicas.
La falta de planificación y eficiencia en la gestión de recursos impacta directamente la inversión en programas sociales y oportunidades económicas, factores esenciales para prevenir la violencia.
La escasa inversión en sectores estratégicos que impulsen el desarrollo y la generación de empleo deja a los jóvenes en una situación de vulnerabilidad, facilitando su reclutamiento por parte de las bandas criminales.
La infraestructura urbana deficiente, con barrios carentes de espacios públicos adecuados y equipamientos colectivos, refuerza la sensación de abandono estatal y permite que los grupos ilegales consoliden su control territorial. A esto se suma una débil capacidad institucional, que limita la gestión efectiva de la seguridad y el desarrollo.
El asesinato en Gran Centro El Parque es un recordatorio de que la violencia en Sincelejo no ha desaparecido; solo ha cambiado de forma.
La ciudad necesita una estrategia que parta de un diagnóstico realista, con un mapeo criminal detallado que permita entender la dinámica de las bandas y su impacto territorial.
La seguridad no puede seguir reducida a patrullajes y capturas aleatorias; requiere acciones de prevención y control efectivo del crimen organizado.
Recuperar el centro histórico y los barrios más afectados con inversión en infraestructura, comercio y tejido social es fundamental para devolverle la ciudad a sus habitantes.
Sin aceptar la gravedad de la situación, sin inversión en desarrollo social, sin infraestructura y equipamientos de valor, sin estímulos para la economía local, la violencia seguirá profundizándose, debilitando aún más el futuro de Sincelejo y su gente.